Kicillof muta y amenaza el dominio kirchnerista del peronismo
Axel Kicillof ha experimentado un cambio notable en su estilo y estrategia política, abandonando su postura antirrosca para consolidar un liderazgo que trascienda las fronteras de Buenos Aires. Con la vista puesta en la elección de 2027, el gobernador se encuentra en un momento crucial, preparándose para los desafíos venideros mientras se enfrenta a la parada intermedia de 2025, que se avecina rápidamente.
El impulso para buscar este cambio surge de su victoria en 2023 en un contexto de derrotas peronistas, la falta de liderazgo en el partido y su elección como enemigo por parte del presidente Javier Milei.
A pesar de representar el 37% del padrón electoral nacional, Kicillof se encuentra trabajando arduamente en la gestión diaria mientras crea discretamente las condiciones para llegar a las elecciones de medio término con un equipo más amplio y diverso.
Su estrategia de armado incluye a intendentes, representantes gremiales y movimientos sociales, tejiendo vínculos con gobernadores de diversos sectores políticos y superando antiguas divisiones. Esto se ve facilitado por la polarización entre libertarios y federales alimentada por el presidente, que ha generado una acumulación de enemigos.
En cuanto a su rol en 2025, la dirigencia no arriesga predicciones, pero coincide en que no tiene margen para no avanzar más rápido. Algunos sectores cercanos esperan que demuestre una mayor autonomía respecto de Máximo Kirchner, su socio en el reparto de poder bonaerense, con quien mantiene fricciones constantes.
El gobernador se apoya en una mesa chica compuesta por dirigentes que lideran carteras importantes, así como también en intendentes afines. Esta mesa se ha ampliado para incluir a más intendentes dispuestos a contribuir y ha comenzado a reunirse regularmente en privado para discutir política y gestión.
A pesar de una tregua aparente, el contrapunto más significativo de Kicillof en la construcción en Buenos Aires es con Kirchner, presidente del PJ provincial. Aunque ambos pelean contra Milei, están separados por diferencias profundas en la forma de hacer política, lo que definirá el armado electoral del peronismo bonaerense en la próxima elección.
La metamorfosis de Kicillof se hizo evidente en su participación en la movilización del 24 de marzo, donde armó su propia columna y marchó junto a una amplia gama de funcionarios, legisladores, dirigentes peronistas, intendentes afines y las Madres de Plaza de Mayo, recibiendo el respaldo de la militancia.
Este cambio en la estrategia de Kicillof ha generado un nuevo polo de poder en el peronismo, lo que se evidenció en su participación en el Congreso del PJ, donde reclamó un papel más relevante para Buenos Aires. Su relación con gobernadores de diferentes signos políticos le permite ganar proyección nacional, destacándose su colaboración con el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, en la lucha contra el narcotráfico.